jueves, 20 de enero de 2011

Adultez

Hay frases y momentos. Esta última semana ha sido para variar PENDEJA, y como no puede ser de otra manera, toca recurrir al cine. En la película Código 46, una rubia y sabia Samantha Morthon le escupe a Tim Robbins: "Todos los niños son especiales, no sé de dónde sale tanto adulto corriente". 


Yo sin ser rubia y sabia, descubrí de dónde salen hace mucho tiempo. Y como la película que es mi vida no la dirige el pinche Michael Winterton, las cosas siempre pueden ser peores. Si leyeron el post donde conté la triste situación que aquejaba a Sobrino Podrido, pues ahora toca contar cómo terminó. 


La perra tísica siguió ladrando y tosiendo convulsivamente, el hijo de puta malnacido cholero pichi flojo desvergonzado irresponsable del papá de sobrino podrido, se los sacó de encima a él y a su madre como si fueran un calzón sin elástico. Los dejó, y se fue a vivir la vida loca con una locona. Lindo, no? Y desde entonces, llama poco, visita poco, existe poco...


Pero no nos interesa ese maldito cabrón, aquí importa sobrino podrido. Debido al abandono, a la amargura materna, a la soledad de ser hijo único abandonado y con una madre amargada, sobrino podrido se ha rebelado contra el mundo. Es el típico niño que podría cantar: "Yoooo soooy rebelde porque el mundo me ha hecho asíiiii...."


Veo a este pájaro con las alas rotas, intentando no sucumbir y mi cínico corazón se sacude. Esos momentos claves de la vida en que si viera al degenerado que quebró su espíritu le paso el podri-móvil por encima sin ascos.


La semana pasada fue su cumpleaños. Era el primer cumpleaños que pasaría sin ese malparido a quien el título PAPA le quedó grande (MORITE PUTO MORITE). Estuve deambulando por toda la ciudad buscando un kilo de azúcar para prepararle un postre que le encanta. Ajá, en la ciudad de la amargura no hay azúcar...


Pelotudo me insistía que reemplace el azúcar con Equal o Splenda. Le grité: "Sos un pelotudo". Perdí una mañana de mi vida buscando el tóxico ingrediente, pensando tercamente que si conseguía hacer el postre, el día, el mes, y el cumpleaños de Sobrino Podrido no serían tan malos. 


Finalmente, luego de mover los nexos que me hacen una digna hija de papi y mami, me consiguieron no uno, sino dos kilos de azúcar (insertar música de El Padrino). Pasé la tarde cocinando, alquilé películas de terror, y esperé la llegada de Sobrino Podrido con un lindo regalo. Me emputa dar regalos y celebrar cumpleaños, me parece lo más loser e irritante del mundo, PERO se trataba de Sobrino Podrido. 


Quiero hacer un paréntesis y explicar algo que me preguntan a través del mail, mi estado mental siempre será directamente proporcional a la cantidad de posts que escriba en este maldito blog. La ecuación es sencilla: A más posts, más tronada ando. Es decir, no estoy como para ver a Sobrino Podrido hecho bolsa, no...eso termina de deshilachar el frágil hilo que me une a la realidad...


Finalmente, Sobrino Podrido llegó, con su pequeña carita hosca, triste, y en un estado tal, que tuve ganas de agarrar el podri-móvil e ir a estamparme directo a la casa del hijo de puta malnacido de su progenitor. NI SIQUIERA HABIA LLAMADO! 


Sí. Es difícil tratar de consolar a alguien cuando mi política para relacionarme con los niños es NO mentir nunca, meterle en su cabeza la idea de que el cabrón elevado a la enésima potencia llamaría, cambiaría o qué sé yo, estaba años luz de mi alcance. Simplemente lo abracé, abrió su regalo...comió el postre y mientras comía, lloraba en silencio. A pesar de que mi corazón ha sido magullado y pisoteado de acuerdo a la edad que tengo, no podía evitar llorar con él.


Se acuerdan que en mi planta de Naranja Lima, Zezé tenía a su hermanito menor al que llamaba Rey Luis? Se acuerdan de la escena en que como ellos eran muy pobres fueron a un lugar donde repartirían regalos en Navidad, pero llegaron tarde y el Rey Luis se puso a llorar? Se acuerdan que Zezé dijo que aunque tenga que robar y matar, el Rey Luis tendría regalos y nunca más lloraría porque los Reyes no lloran? y Se acuerdan, que al ser una historia autobiográfica el autor dedica el libro a: El Rey Luis que a sus 20 años descubrió que vivir no valía la pena?


Mi Rey Luis ha descubierto a los 12 años que vivir no vale la pena, a pesar de ser un rey llora todo el tiempo, y lo peor... es que no existe azúcar en el mundo que pueda cambiarlo.


La rubia y sabia Samantha Morton, tiene su respuesta...todos los niños son especiales, pero los golpes de la vida agarran eso especial y lo transforma en adultos corrientes...


grises, tristes... adultos corrientes.