La navidad

No es ninguna revelación, pero sí…me pudre la navidad. Ese histérico y chillón color rojo por todos laus, el gordo panzón, hijo de puta, malparido, de Papa Noel afeando la ciudad y sembrando el terror entre los adultos, los colgandijos y baratijas varias con ese “motivo”, que si el puto venadito Rudolf, que si el hombrecito de nieve, como si en estos llanos lo más cercano a un venado que hemos visto no fuera Bambi, y lo más cercano a la nieve no fuera la caspa criolla.

Como enemiga de las celebraciones, decidí “celebrar” esa huevada a mi manera, es así que desde hace dos años, siempre saco mis cajas de adornos de Halloween y decoro mi departamento, de tal manera que el que me visita en estas fechas queda con la idea de que soy un engendro del mismísimo diablo >=). Ese fue uno de los motivos por los que fui expulsada de la olla grande (casa familiar), eso y que si me tocaba la navidad encortejada, ahí pelaba el látigo, las cadenas, el collar de púas, los vibradores, las máscaras, y otros juguetitos.

Entonces, Navidad decoro como Halloween y Halloween decoro como Navidad. Qué bonito no?.
La bellaca de mi madre, todos los santos años viene acompañada del zopenco de mi hermano, cargando enormes cajas con adornos “finísimos”, dice…y no con “esa basura”, con la que acostumbro mostrar mi espíritu navideño. Ayer por la tarde tocó el timbre, en una crónica de una visita anunciada. Desde dentro, y por medio del intercomunicador, le contesté: “Mierda, fulanita NO está”. Con años de conocernos y aguantarnos, volvió a tocar el timbre con renovado ahínco, hasta que después de unos 8 minutos, finalmente le abrí. El tiempo de espera es clave, porque sube ya emputada y lo más seguro, es que tardará mucho menos en irse.

La recibí vestida de negro, color que odia, pero que yo siempre le digo: “está de moda madre”. Luego le dije que se había atrasado dos meses en traerme esos adornos, porque Halloween ya había pasado, y que siempre hace la misma huevada: “Hasta cuándo puej mija”, le dije.

“Siempre cagándote en las tradiciones, cuándo vas a madurar, fulanita…a no excluirte de la sociedad, a ser normal”, me dijo por quichicienta vez. “Pero mira cómo beben los peces en el río, pero mira cómo beben al ver al Dios nacido”, canté.

Volcó los ojos, mi hermano me sacó la lengua, y ambos se fueron por donde habían llegado.

Suspiré, terriblemente podrida, pensando en que ENCIMA, tenía que comprar obsequios para todo esos cambas, y además, asistir a una cena pelotuda donde se come a las quinientas y todos se felicitan con el pico pringau de comida.

Ya no hablemos de esas caretadas de “noche de paz, noche de amor”. Esta navidad va a ser más careta que de costumbre. Mi padre anda encholado (ya lo comenté hace varios posts) y la perspectiva de ver demostraciones de cariño, mientras existe una chola en la distancia, no me entusiasma mucho.

Finalmente está el detalle de que cuando me toque reproducirme, prefiero no inculcarles a mis hijos el materialismo disfrazado de amor al prójimo, porque existe un mundo bastante mezquino ahí afuera, que nada tiene que ver con villancicos y regalos.

Tengo dos navidades memorables de lo divertidas que fueron:

1era: La navidad de 1993, cuando me vino casi pulmonía y tuve tanta, pero tanta fiebre, que aluciné como si hubiese consumido un kilo de droga. Reía como pelotuda por las cosas que "veía", que hasta me oriné encima. Esa fue una gran navidad.

2do: La navidad de 2004, cuando me fui a una quinta con un cortejito, desconecté cualquier medio de localización, bebí durante dos días, rompí catre hasta quedar morada, y ni me enteré cuándo pasó navidad, ni año nuevo.

Las 2 peores navidades de mi vida fueron:

1er. La navidad de 2000 cuando un ex cortejo, de los quichicientos que he tenido, me regaló un Furby ENCENDIDO, y no encontraba la manera de callar a esa bestia incontrolable. Qué pequeño y odioso cabroncito. Además, es tan feo como el chupacabras, a quién se le ocurre esa huevada de bicho?.

2da. La navidad del 2005, cuando se suicidó el papá de un amigo muy cercano. Qué desgracia escuchar cohetes, felicidad y festejos, cuando se está en un entierro y qué desgracia tener que pasar por ese suplicio todos los años, recordando lo sucedido.

Es así que llegué a la conclusión que la culpa de todo la tiene el hijo de puta, cabrón elevada a la enésima potencia, maricotas, cursi y ñoño de Charles Dickens, con sus historias admonitorias de espíritus y burreras. El día que se me aparezca uno de esos malditos, recurriré a la medicina moderna, y después de un valium, no va a existir pasado, presente o futuro que me despierte de un narcótico sueño. El señor Ebeneezer Scrooge…sin duda, un personaje incomprendido.

Me pudre la navidad.

P.D. A todos esos cojudos apestaus que andan tras de mi cibers-huesitos, enviar currículum con los siguientes requisitos:
1) Foto chuto de frente, de espaldas y sobre todo de Perfil (importantísimo).
2) Marca de condón preferida, porque por ningún hijo de puta, cabrón, flojo y dejau me voy a llenar de hormonas, sólo porque al camba no le gusta ponerle el uniforme al soldadito.
Y 3) Un resumen ejecutivo de 2 páginas, con letral Arial #12, a doble espacio, sobre su historial de infidelidades.